El día 14 de Mayo en el Periódico El Economista apareció una columna de opinión titulada La GRan Depresión, escrita por Enrique Campos, en donde refiere acerca de la importancia de la seguridad para el crecimiento de una empresa, organización e institución. Le dejamos el texto íntegro en este artículo:
Siete de cada 10 mexicanos se sienten inseguros en la ciudad en la que viven.
Hay algunos datos que empiezan a hablar, ahora sí, de una recuperación en la economía. Pero hay uno que empeora y con esa degradación se compromete la calidad del crecimiento.
La inseguridad, la violencia, las posibilidades que hay en este país de ser víctimas de un delito. Esto es un freno definitivo para la recuperación.
Es evidente que a los gobernantes no les gusta aceptar la realidad de encabezar municipios, estados o países violentos e inseguros. Es degradante para su imagen hablar de las condiciones de inseguridad de sus gobernados.
Por eso es que a los presidentes municipales los critican los gobernadores, a los gobernadores los evidencia el gobierno federal y el gobierno federal se refugia en estadísticas y anuncios de planes, programas y estrategias de combate al crimen.
El eje del discurso del combate al crimen desapareció con el sexenio, para dar paso a la letanía de los cambios estructurales como el eje de acción del gobierno actual. Y más allá de las promesas pendientes en materia legislativa, la realidad es que dejar de hablar de la violencia no acabó con ella.
No es gratuito que para los analistas que consulta el Banco de México los problemas de inseguridad pública son una de las principales razones que durante todo el sexenio argumentaron como un lastre para el crecimiento económico.
Y que durante todo este 2014 la inseguridad pública ha sido la causa número uno entre una lista de más de 20 lastres económicos.
La violencia es un asunto extendido en todo el país, en diferentes grados. Desde los hechos aislados en algunos pocos estados de la República Mexicana hasta los estados fallidos de Michoacán, Tamaulipas y Morelos.
¿Cómo pedirle a un habitante de Reynosa, Tamaulipas, que se anime a comprar coche nuevo cuando eso aumenta sus posibilidades de ser robado o incluso asesinado? Y peor aún, cuando le acaban de subir 50% la tasa del Impuesto al Valor Agregado.
¿Cuántos productores agropecuarios de Michoacán han sido asesinados, secuestrados o han huido de su tierra para salvar la vida?
La confianza del consumidor es una percepción que, en la medida en que ésta sea positiva, invita a las personas a ejercer su poder de compra. En esa apreciación los asuntos de seguridad pública tienen un enorme peso en la generación de expectativas.
En este país, de acuerdo con la encuesta más reciente de seguridad pública urbana elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 72% de los mexicanos se siente inseguro en la ciudad en la que vive. Eso es un freno a la recuperación económica.
Del tamaño del problema de inseguridad, de la misma dimensión que esa sensación generalizada de indefensión, debería ser la respuesta oficial. No limitarse a presentaciones mediáticas, casi en cadena nacional, de enésimos planes de respuesta al crimen que dejan todo igual.
Si el éxito del crimen es económico y su sustento son los apoyos políticos, deben ser éstos los dos objetivos de ataque contundentemente la autoridad federal, si es que se quiere salvar a México.